jueves, 11 de octubre de 2012


Tengo la mente en blanco, sin saber que pensar, mientras me niego a dejar surgir ideas que se niegan a morir; a dejarme llevar por sentimientos confusos, mezclados entre la indiferencia, el rencor y la costumbre.
Sentimientos que me afloran al escuchar un nombre, una risa, una voz; al sentir un aroma y ver una sonrisa. Me niego a pensar en lo que no llego a ser, tanto como a dejarme llevar por anhelos que nunca más serán.
Me encuentro huyendo de aquello que nunca ha valido la pena intentar, a pesar de haber gastado incontables intentos; a pesar de todo permanece como poco más de un hecho ahora escrito que debe de ser olvidado.
Me encuentro preso de mis emociones, de la costumbre que ya no es, preso del deseo que nunca más será; preso de un suspiro y anhelando una caricia, un beso y de sentir que el tiempo se detiene y se torna eternidad.
Deseo tanto olvidar, dejar atrás, que sin notarlo, sin desearlo y sin buscarlo, me descubro soñando con aquello que solo nuestras almas un día compartieron; ese algo que me roba el aliento, agota mis palabras y hace renacer una pequeña llama en lo más profundo de mi ser.


By : Diego Peruzzini

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